Aunque anteriormente había habido movimientos a favor del derecho al voto de las mujeres mexicanas, la chispa inmediata a favor del sufragio en México la encendió la Revolución de 1910. Durante la Revolución, las mujeres aceptaron trabajos tradicionalmente desempeñados por los hombres; muchos luchó junto a los hombres En la guerra. La experiencia de la Revolución catalizó el deseo de las mujeres de participar equitativamente en la sociedad cívica y ser parte de los esfuerzos de posguerra para definir el futuro de México. Para hacerlo, necesitarían obtener la ciudadanía plena y el derecho al voto.
Convocan al Primer Congreso Feminista en Mérida, Yucatán

En 1916, a las mujeres se les concedió permiso para convocar el Primer Congreso Feminista en Mérida, Yucatán. El histórico evento fue organizado por una respetada maestra de escuela privada, la Señora Consuelo Zavata y Castillo. Al congreso asistieron un total de 620 delegados, tanto hombres como mujeres. El gobernador de Yucatán, Salvador Alvarado, un defensor de los derechos de las mujeres, dio tiempo libre a las maestras para asistir y les proporcionó boletos de tren y pesos.
Lo que Zavata y Castillo no anticipó fue el grado de sentimiento antifeminista de los delegados masculinos. Una asistente feminista leyó una propuesta de reforma escrita por la destacada feminista de la Ciudad de México, Hermila Galindo, para que los delegados la consideraran. El texto, denominado “La mujer del futuro”, incluía educación sexual para las mujeres y divorcio, lo que conmocionó a los hombres. Galindo argumentó firmemente que se debe empoderar a las mujeres con una educación y apoyó la propuesta que sentó las bases de lo que pasaría a formar parte de la Constitución de 1917, como la educación secular patrocinada por el estado y la igualdad salarial.
En la última sesión del congreso, se hizo una propuesta para modificar la Constitución de Yucatán para incluir el sufragio femenino; Galindo no consideró que la propuesta fuera lo suficientemente lejos para otorgar a las mujeres el derecho al voto. El sucesor de Salvador Alvarado, el gobernador Felipe Carrillo Puerto –un socialista revolucionario– remedió ese fracaso proponiendo en 1922 una legislación para convertir a las mujeres en ciudadanas y darles el derecho al voto, que fue reconocido oficialmente en 1923. En 1925, otros dos estados, Chiapas y Tabasco, se unió a Yucatán al permitir que las mujeres votaran en las elecciones partidarias.
Mujeres ejercen su voto en Yucatán
Una vez que a las mujeres de Yucatán se les dio el derecho al voto, las eligieron para cargos públicos. Tres mujeres resultaron electas para la legislatura estatal y una para el Concejo Municipal de Mérida. Los cuatro se vieron obligados a dimitir de sus cargos porque la constitución federal no permitía que las mujeres ocuparan cargos públicos. Seguirían tres décadas de lucha.
Varias preocupaciones dieron forma a la oposición inicial al sufragio femenino. Jocelyn Alcott, autora de “Mujeres revolucionarias en el México posrevolucionario”, dice que los opositores al sufragio femenino sentían que “las mujeres apoyarían a candidatos respaldados por la Iglesia que subvirtieran el régimen anticlerical”. También existía el temor de que abandonaran su papel como madres y cuidadoras, y sus opositores sentían que tenían una “visión superficial de las cuestiones políticas”, dice Alcott.
Según la científica social Victoria Rodríguez, los años “entre 1916 y 1934 marcaron el surgimiento del movimiento de mujeres en México, preocupado casi exclusivamente por obtener el derecho al voto. [nationally].”
El apoyo presidencial al sufragio trae esperanza al movimiento

La elección del presidente Lázaro Cárdenas trajo esperanza al movimiento. Cárdenas había abogado por el sufragio femenino durante años bajo la premisa de que beneficiaría a la nación. En 1937, las mujeres cuestionaron la redacción de la Constitución relativa a la elegibilidad para la ciudadanía: la Constitución no especificaba a hombres “y mujeres” al otorgar la ciudadanía plena.
Amalía de Castillo Ledón, columnista del periódico Excélsior, se convirtió en defensora de los derechos políticos de las mujeres mexicanas, organizando el Club Internacional de Mujeres (1932) y el Ateneo Mexicano de Mujeres en 1937, que lideró la batalla por el sufragio. Más tarde, Ledón se convirtió en la primera mujer miembro de un gabinete presidencial y la primera embajadora en ocupar cinco puestos diferentes, incluido el de Embajadora ante las Naciones Unidas.
María del Refugio García se postuló para el cargo en Uruapan como candidata del Frente Único por los Derechos de las Mujeres. Ganó por un margen abrumador, pero no se le permitió ocupar su escaño debido a la redacción de la Constitución. En respuesta, inició una huelga de hambre durante once días frente a la residencia del presidente Cárdenas en la Ciudad de México. Cárdenas puso fin a su huelga introduciendo un cambio al artículo 34 de la Constitución para otorgar ciudadanía plena a las mujeres, pero no logró ser ratificado.
Las mujeres logran el sufragio nacional
El presidente Miguel Alemán continuó el esfuerzo mediante propuestas legislativas en 1947, pero fracasó. Al asumir la presidencia en 1953, una de las primeras medidas de Adolfo Ruíz Cortínes fue reformar la Constitución para otorgar derechos políticos a las mujeres, cumpliendo una promesa de campaña de reformar los artículos 34 y 115.
Treinta años después de que las mujeres adquirieran el derecho al voto en Yucatán, finalmente se les decretó ciudadanía plena sin restricciones, otorgándoles a las mujeres de todo México el derecho a votar y ocupar cargos políticos. La larga lucha duró muchos años e involucró a muchas mujeres líderes valientes, pero las mujeres finalmente votaron en su primera elección federal en 1955.
Las mujeres avanzan constantemente como fuerza política

Tras la promulgación del sufragio, las mujeres comenzaron a reclamar escaños en el gobierno local. Su activismo en movimientos sociales y políticos de base envió un fuerte mensaje a las autoridades federales de que eran una fuerza política a tener en cuenta. En la década de 1970 se involucraron más activamente en los movimientos agrarios y laborales. En 1979, la primera mujer fue elegida gobernadora de un estado cuando Griselda Álvarez Pónce de León asumió como gobernadora de Colima. En 1982, la primera mujer, Rosario Ibarra de Piedra, se postuló para la presidencia. En la década de 1990, las mujeres representaban el 63% de todos los votantes registrados.
En 2014, el presidente Enrique Peña Nieto incluyó en sus normas de reforma electoral un sistema de cuotas para garantizar la paridad de género de los candidatos presentados por los partidos políticos para las legislaturas federales y locales, aumentando aún más el número de mujeres en cargos políticos.
Las mujeres logran la paridad de género
Hoy, México ha alcanzado la paridad de género en ambas cámaras del Congreso. En las 32 legislaturas estatales, las mujeres ocupan el 47% de los escaños legislativos. Nueve de los 32 estados tienen una mujer como gobernadora. Este año Norma Piña se convirtió en la primera mujer presidenta de la Suprema Corte de Justicia de México. Sin embargo, el cargo de presidencia sigue siendo difícil de alcanzar, aunque seis mujeres se han postulado sin éxito para ese puesto.

En 2023, los dos principales candidatos a la presidencia son mujeres. Claudia Sheinbaum, la primera alcaldesa de la Ciudad de México, representará al partido Morena y Xóchitl Gálvez, en representación de la coalición Frente Amplio por México, estará en la boleta electoral el próximo año. Ambos son ingenieros de unos 60 años.
Después de 100 años de lucha y reveses, en este momento parece que México tendrá su primera mujer presidenta en 2024. Otro gran paso adelante para las mujeres en México.
Sheryl Losser es una ex ejecutiva de relaciones públicas, investigadora, escritora y editora. Lleva 35 años escribiendo profesionalmente. Se mudó a Mazatlán en 2021 y trabaja a tiempo parcial realizando investigaciones y redacciones independientes. Puede ser contactada en A[email protected]