Para no cambiar de tema, bueno, para cambiar de tema, apuesto que un tema que surgió en muchas conversaciones de Acción de Gracias es la edad de Biden. Y apuesto a que en muchas mesas alguien señaló que la esperanza de vida de Donald Trump no es tan diferente, teniendo en cuenta que tiene 77 años y está en mucha peor forma física.
Bret: Por no hablar de locos y peligrosos. Pero también maníacamente vigoroso, como un caimán que se traga una botella de Cialis.
Gail: Debo admitir que menciono esto porque mientras estaba revisando algunas viejas investigaciones durante el fin de semana, me encontré con una historia de 1961 del Los Angeles Times que decía que la Asociación Médica Estadounidense estima que “si el progreso médico continúa a su nivel actual tasa, la esperanza de vida para el año 2000 será de 120 años”.
¿Quizás el mal humor nacional sea una reacción a expectativas demasiado grandes?
Bret: Cuando los países se vuelven ansiosos o pesimistas acerca de su futuro, a menudo toman medidas drásticas para corregir las deficiencias que perciben, como Japón después de la visita del comodoro Perry en 1853 o el “momento Sputnik” de 1957, que impulsó a Estados Unidos a llevar hombres a la Luna mediante 1969. Paradójicamente, los países optimistas pueden volverse complacientes, ingratos y demasiado rígidos, lo que conduce al estancamiento, el declive y la infelicidad. Nos volvimos demasiado complacientes después del fin de la Guerra Fría y desde entonces hemos estado cosechando las consecuencias. Pero ahora que estamos tan molestos, podemos aprovechar nuestro pesimismo para lograr buenos fines.
Gail: Siga adelante con sus ideas sobre los buenos fines y me abstendré de culpar a Internet.
Bret: Hay tantas cosas que podríamos cambiar. Podríamos reformar completamente la educación superior deshaciéndonos del título universitario de cuatro años (tres años está bien) y ampliando las escuelas vocacionales. Podríamos eliminar los requisitos de permisos que consumen mucho tiempo y a veces son ridículos y que hacen casi imposible construir cualquier infraestructura en este país, excepto en escalas de tiempo geológicas. Podríamos exigir que cualquiera que quiera poseer un arma participe en una “milicia bien regulada”. Podríamos convertir las empresas de redes sociales en servicios públicos y prohibir que cualquier menor de 18 años tenga acceso a sus servicios malignos, del mismo modo que prohibimos a los niños comprar tabaco o alcohol.