Cuba está a las puertas del inicio de una nueva crisis de combustible en octubre que provocará apagones más prolongados por la falta de carburantes para las centrales termoeléctricas, que languidecen desde hace décadas, según adelantó el Gobierno.
El anuncio de esta nueva espiral de escasez -los efectos comenzarán a notarse a partir del 1 de octubre- lo hizo el Gobierno en la televisión estatal esta semana. De acuerdo con las autoridades, Cuba se encuentra en una situación «estrecha» pero no de «cero combustible».
Para afrontar esta situación, las autoridades pondrán en marcha medidas de austeridad para racionar los carburantes.
«No vamos a tener el nivel de combustible que necesitamos ni el que teníamos en meses anteriores», aseguró el ministro de Energía y Minas, Vicente de la O Levy.
La falta de electricidad no se reduce a una simple molestia.
Una de las consecuencias más dramáticas está en los alimentos, que escasean, y que para afrontar su desabastecimiento muchos cubanos congelan. Sin luz, este esfuerzo de meses termina por echarse a perder.
También afecta a los sectores estratégicos de la economía. Entre las medidas para medir el uso de la energía está la implementación del teletrabajo.
La actual situación no es desconocida para el cubano, acostumbrado a pasar de una crisis a otra en lapsos cortos de tiempo. Desde principios de año, ya se han experimentado meses enteros con falta de combustible.
Sin embargo, para evitar el descontento social -una de las razones que motivó las manifestaciones antigubernamentales del 11 de julio de 2021 fueron los apagones- el Estado priorizó, pese a todo, la estabilidad del sistema eléctrico durante los meses de verano, los de mayor consumo en los hogares por los ventiladores y aires acondicionados.
SIN DINERO
Con la temporada estival terminada, el problema ha vuelto.
Las autoridades ya anticipan problemas con el transporte de pasajeros, más de los que ya había, y largas jornadas de apagones, que en algunas zonas del país se extienden hasta las 10 horas.
Para el experto cubano Jorge Piñón, del Instituto de Energía de la Universidad de Texas en Austin, todo es parte de un «círculo vicioso» en el que no se ve «la luz al final del túnel».
«Cuba no tiene ni tiempo ni dinero», sostiene en una entrevista telefónica con EFE.
El académico subraya que el problema no es coyuntural sino «sistémico» y que se basa en dos cuestiones básicas.
Por un lado, dice, el país -con una profunda crisis económica y sin divisas suficientes, según el ministerio de Economía- debe invertir «unos 8.000 millones» de dólares para «recapitalizar» sus centrales termoeléctricas, responsables de dos terceras partes de la electricidad que consume el país y que «tienen más de 40 años», lejos ya de su vida útil.
En segundo lugar, continúa, el crudo con el que cuenta la isla es «extra pesado, con un alto contenido de azufre» y por tanto corroe a la maquinaria de las termoeléctricas.
Esta situación acelera su desgaste y obliga a tener que detenerlas cada vez más para repararlas cuando conseguir las piezas en el extranjero se convierte en un dolor de cabeza por el tándem de la falta de dinero y los altos precios del mercado.
Sin contar con que Cuba tiene que importar combustible, prácticamente a precios preferenciales de sus aliados Rusia, Venezuela y, en los últimos meses, México en momentos en los que el precio del barril ha aumentado.
El ministro de Energía reconoció que, en estos momentos, su país se está viendo forzado a salir «a comprar casi al día».
PROBLEMAS DE GESTIÓN
Para Vicente de la O Levy, el «99 %» de las causas que han llevado a este problema se debe al embargo económico de EUA a Cuba. Pero, aunque reconoce que sí es un factor, Piñón sostiene que no se debe dejar de lado años de mala gestión del sector eléctrico y recordó los millones que ha gastado el Estado en la construcción de hoteles de lujo.
El Gobierno cubano ha alquilado en los últimos cinco años hasta siete centrales eléctricas flotantes a una empresa turca para compensar la caída de la capacidad de generación propia, una solución rápida, pero temporal, contaminante y costosa.
La endeble situación del sistema eléctrico, y su sensibilidad para la población, quedó de manifiesto justo hace un año tras el paso del huracán Ian en la provincia de Pinar del Río (oeste).
A pesar de que el ciclón tocó tierra en el extremo más occidental del país, toda la isla quedó sin electricidad prácticamente durante una semana. Esto llevó a una serie de protestas en distintas partes de Cuba