El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, reafirmó el viernes su postura de no confrontar a los cárteles de la droga del país, argumentando que recibe órdenes en este sentido por parte de Estados Unidos.
Esta declaración, una de las más explícitas sobre su estrategia contra el crimen organizado, ha generado un debate constante durante su mandato.
La política de López Obrador, caracterizada por el lema “abrazos, no balazos”, ha sido motivo de diversas interpretaciones y críticas. El presidente ha enfatizado en múltiples ocasiones que la violencia no puede combatirse con más violencia, y ha subrayado la necesidad de abordar las causas subyacentes del problema, como la pobreza y la falta de oportunidades.
Sin embargo, el viernes, el presidente dejó en claro que ha sido parte de una política que llamó “Primero México”.
“No vamos a actuar como policías de ningún gobierno extranjero”, dijo López Obrador durante su conferencia matutina diaria. “Primero México. Primero nuestra casa”.
López Obrador básicamente argumentó que las drogas son un problema de Estados Unidos, no de México. Ofreció ayudar a limitar el flujo de estupefacientes al país vecino del norte, pero sobre todo —dijo– por razones humanitarias.
“Desde luego que sí ayudamos y cooperamos en el combate a las drogas, sobre todo porque ya se convirtió en un asunto muy delicado, triste, humanitario, porque pierden la vida muchos jóvenes en Estados Unidos por el fentanilo”, dijo el presidente. Cerca de 70.000 estadounidenses mueren al año por el consumo de opioides sintéticos como el fentanilo, el cual se elabora principalmente en México con precursores químicos traídos ilegalmente de China.
La embajada de Estados Unidos en México no respondió de inmediato a una solicitud de comentario a lo dicho por López Obrador.
Como muchas de las políticas de López Obrador, esta visión en materia de narcotráfico se remonta a la década de 1970, cuando muchos funcionarios en el país creían que la venta de drogas de los cárteles a los estadounidenses era un problema de Estados Unidos, no de México.
“Desde hace décadas, los distintos gobiernos de México han considerado que la guerra contra las bandas del narcotráfico es esencialmente un problema de los Estados Unidos”, dijo el analista en temas de seguridad David Saucedo, quien resaltó que el consumo de drogas en territorio mexicano, aunque ha crecido (sobre todo las metanfetaminas), aún está en niveles relativamente bajos.
“Por otro lado, el narcotráfico da empleo en regiones en donde el Estado Mexicano no puede impulsar el desarrollo económico, genera movilidad social y las divisas que entran al país por concepto de venta de drogas ayudan a corregir el déficit de inversiones y la balanza comercial”, añadió.
López Obrador se ha pronunciado antes contra la “demonización” de los carteles y ha animado a los líderes de la iglesia católica a intentar negociar acuerdos de paz entre carteles rivales.
En 2022, en un momento en que el presidente explicó por qué había ordenado al ejército no atacar a presuntos miembros de un cartel, López Obrador dijo que también cuidan la vida de ellos, porque “son seres humanos”.
En algunas ocasiones, el mandatario ha hecho comentarios que le han valido críticas por no tomar en serio la situación de violencia. En junio de 2023, cuando un grupo criminal secuestró a 14 policías, el presidente dijo que los iba “a acusar con sus mamás, con sus papás, con sus abuelos”.
En aquel momento, residentes de una localidad en el estado occidental de Michoacán que han vivido bajo el control de grupos del narcotráfico reaccionaron con disgusto.
“Se está burlando de nuestra situación”, dijo el propietario de un restaurante, quien pidió no ser identificado porque, como la mayoría de la gente en esa comunidad, se habían visto forzados a pagar dinero al cartel local para recibir protección.
Conferencia de prensa matutina, desde Veracruz https://t.co/5EBrpbPKiO
— Andrés Manuel (@lopezobrador_) March 22, 2024
Con información de Reforma.