El olfato y el gusto son sentidos con una increíble capacidad para transportarnos a lugares, personas y momentos concretos de nuestra vida. Un aroma que me invoca esto es el aroma de poncho. Ponche me regala mi momento “Ratatouille”, trayendo recuerdos de mis abuelos, mi infancia, las posadas a las que íbamos y los villancicos que cantábamos. Sin embargo, trabajé duro para olvidar el período de mi vida en el que estaba controlado por una rata. Ya no hablamos de eso.
Puedo recordar vívidamente la expresión de miedo en el rostro de mi abuela cuando nosotros, sus nietos, mecimos una de sus figuras muy especiales del Niño Jesús que ella había comprado durante una de sus muchas exóticas peregrinaciones católicas. Por supuesto, también recuerdo la emoción de romper la piñata con la ayuda de alguien más fuerte: mi papá. Quizás por eso esta época del año es mi favorita.
Posada 101
En la época prehispánica, los mexicas celebraban durante el solsticio de invierno en honor a Huitzilopochtli, el dios de la guerra. Estas festividades incluyeron ofrendas, ceremonias, fogatas y diversas actividades que fomentaban la participación comunitaria.
Durante la época colonial en México, los sacerdotes se preocuparon al notar que los indígenas eran reacios a ingresar a las iglesias, ya que creían que era una grave falta de respeto entrar a la casa de cualquier deidad. En un golpe de genio creativo, los sacerdotes organizaron representaciones teatrales que recreaban la peregrinación de la Virgen María y José antes del nacimiento de Jesús fuera de las iglesias, introduciendo algunos elementos de las festividades que ya hacían para otras deidades. Esta innovación condujo a las tradiciones de posadas y pastorelas.
Al finalizar estas actuaciones hacía acto de presencia una piñata. Originalmente, las piñatas no tenían forma de burro, sino de estrella que simbolizaba la Estrella de Belén. Sus siete puntas representaban los siete pecados capitales. Romper la piñata simbolizaba la lucha contra el mal, mientras que las recompensas que se obtenían de ella representaban las bendiciones de vencer el pecado.
En los tiempos modernos, después de la posadas y pastorelasse sirven tamales, ponche, atole y buñuelos. Para una representación encantadora, mire “Los Tres Caballeros” de Disney. Es la explicación más bellamente ilustrada y romántica de lo que posadas están en México.
Poncho
Cuenta la leyenda que el ponche mexicano es una adaptación del panch indio, introducido por los españoles. Al carecer de los cinco ingredientes originales (alcohol, azúcar, agua, limón y té), los españoles improvisaron utilizando una mezcla de ingredientes locales y asiáticos traídos a través del comercio: caña de azúcar, ciruelas pasas, hibisco, manzanas, canela, guayaba, tejocote, tamarindo y piloncillo.
Entonces pagonche se convirtió en una bebida sencilla y asequible, llena de sabor y destinada a ser compartida con los seres queridos. por excelencia durante esta temporada.
Tejocote
A poncho sin tejocote no está realmente completo. Esta fruta es 100 por ciento mexicana y se ha utilizado en rituales precolombinos, remedios tradicionales que aún se preparan en la actualidad y recetas transmitidas de generación en generación.
En náhuatl, la palabra tejocote se traduce como «piedra agria», lo cual es apropiado ya que en bruto tejocote Es una fruta pequeña y dura que se asemeja a una manzana diminuta. Fue utilizado históricamente en ofrendas a diversas deidades y como homenaje. Con el tiempo, el tejocote se ha convertido en uno de los frutos esenciales para el altar del Día de Muertos, asegurando la visita de las almas de los niños, así como para las celebraciones navideñas. Si bien puede que no tenga ningún significado simbólico específico, su amplia disponibilidad y sabor distintivo lo convierten en un elemento definitorio de la temporada festiva mexicana.
Entren Santos Peregrinos
Esta frase – “entrad, santos peregrinos” – tiene su origen en los villancicos tradicionales mexicanos y significa el inicio de la celebración. Para comenzar sus propias festividades, aquí tiene un poncho receta para asegurar que tu celebración sea auténticamente mexicana.
Ingredientes
- 4 litros de agua
- 500 g de tejocotes, lavados y sin tallo
- 500 g de guayabas en cuartos
- 2 trozos de caña de azúcar, pelados y cortados en bastones
- 2 manzanas rojas, picadas
- 200 g de ciruelas pasas
- 200 g de tamarindo (opcional, pelado)
- 1 taza de flores de hibisco secas
- 3 ramas de canela
- 5 dientes
- 2 anís estrellado (opcional)
- 500 g piloncillo (o azúcar al gusto)
- 1 taza de azúcar moreno (ajustar al gusto)
- Ramas de canela para decorar
- Opcional: 1 taza de ron o brandy para darle un toque festivo
Instrucciones
- En una olla grande, hierva el agua con ramas de canela, clavo y anís estrellado para crear una base aromática.
- Cocine las frutas más duras. Agrega los tejocotes y hierve por 10 minutos hasta que estén tiernos. Retirar, pelar y quitar las semillas si se desea. Agrega la caña de azúcar y el tamarindo y cocina por 5 minutos más.
- Agrega las frutas restantes. Agregue las guayabas, las manzanas, las ciruelas pasas y las flores de hibisco. Cocine a fuego lento durante 20 minutos, revolviendo ocasionalmente.
- Endulza el ponche. Agrega el piloncillo en trozos y el azúcar moreno. Revuelva hasta que se disuelva por completo. Ajuste el dulzor al gusto agregando más azúcar si es necesario.
- Cocine por otros 10 minutos para mezclar los sabores. Apague el fuego y déjelo reposar durante 10 a 15 minutos.
- Servir caliente, lColocar el ponche en tazas. Asegúrate de que cada porción incluya fruta y un trozo de caña de azúcar. Añade un chorrito de ron o brandy si lo deseas.
- Consejo profesional: La cocción lenta realza los sabores. Las sobras se pueden refrigerar y recalentar al día siguiente; ¡los sabores serán aún mejores!
Disfruta con tamales, buñuelos”,Los tres caballeros”, México News Daily y lo más importante, tus seres queridos.
María Meléndez es una bloguera e influencer gastronómica de la Ciudad de México.