Dalton, Georgia, alguna vez fue conocida como la capital de las alfombras del país. La diversificación económica significó pasar de los pisos de pared a pared a los pisos de madera. Ahora, en Qcells, una empresa de paneles solares, los robots patrullan acres de superficie de producción donde se empaquetan, laminan y encajonan delicadas células solares en paneles sofisticados (casi 30.000 por día en el pico de producción) en una línea de producción altamente automatizada.
La compañía construyó una enorme fábrica en Georgia, uno de los estados más cruciales en las elecciones presidenciales de 2024, y tiene otra en proceso. Ambas plantas emplearán a miles de personas, respaldadas por la iniciativa de energía limpia distintiva del presidente Biden, la Ley de Reducción de la Inflación.
“Con solo entrar aquí, sientes que este es el futuro”, dijo Wayne Lock, de 32 años, ingeniero de calidad de Qcells, mientras caminaba por la línea de producción, que ha estado llena de actividad desde que Biden firmó la ley en agosto de 2022. “Nosotros’ Estamos avanzando y manteniéndonos al día con el mundo”.
Pero en lugar de alardear, los ejecutivos de Qcells están dando la alarma. La iniciativa de energía limpia de Biden está poniendo en funcionamiento plantas como la suya a una velocidad vertiginosa. Y el ritmo de producción (en el país y en el extranjero) ha creado la perspectiva de un mercado saturado que amenaza con hacer bajar el precio de los paneles solares a medida que la oferta supera la demanda.