La mente musical de Natalia Riazanova es un mecanismo creativo que no conoce la pausa. Batuta en mano, encabeza un nuevo proyecto bajo el nombre de Orquesta Metropolitana de Saltillo (OMSA). La directora de origen ruso y adoptada desde hace más de tres décadas por La Laguna, ahora viaja constantemente a la capital del estado en busca de un sonido identitario y fresco.
“Nunca he dejado de dirigir. Yo me siento igual, la cuestión es a dónde quieres que llegue el proyecto. Independientemente de si lo haces tú o con apoyo gubernamental o de empresarios, siempre procuras tener la máxima calidad de lo que puedes dar al público”, indicó Riazanova.
El proyecto es auspiciado por el Instituto Municipal de Cultura de Saltillo y por la Universidad Autónoma de Coahuila (UAdeC) y desde mayo pasado ha subido a escenario ofreciendo una serie de conciertos. Riazanova tiene un sumo interés por el sonido de las cuerdas, pues estas son la base de cualquier orquesta. Busca una cuerda muy flexible, enfocándose en compositores cuya música ha sido poco interpretada en México.
“Se dieron las bases, porque hay un grupo muy activo de cuerdistas en Saltillo. Me reuní con ellos y con varios maestros que conozco. Les planteé la idea de cómo quería hacerlo para crecer lo más rápido posible y sea atractivo y propicio para el público”.
La OMSA se encuentra conformada por maestros de la Escuela Superior de Música de la UAdeC. Esta institución apoya a la orquesta con instrumentos y salas para ensayos. El maestro Carlos Suárez es el concertino y su sede se encuentra en el Museo de las Aves, en un auditorio con capacidad para 400 personas.
“El proyecto representa una gran comunidad que le encanta este tipo de música. El apoyo del público ha sido inesperado. No esperábamos esta respuesta tan benévola”.
SIGUIENTE CONCIERTO
La OMSA tendrá su próximo concierto el viernes 30 de agosto, a las 20:15 horas, en el Museo de las Aves de Saltillo. El programa titulado ‘Noche de estrenos’, contempla partituras inglesas de compositores como Samuel Coleridge-Taylor, Christopher Wilson y del ruso Antón Arensky.
“Son compositores ingleses, ya tocamos a Elgar como orquesta y ahora vamos a tocar a Christopher Wilson, un compositor romántico de muy buen lenguaje, pues es entre romántico, nacionalista y moderno”.
Riazanova se refiere a La suite para cuerdas de Christopher Wilson, obra que ha basado su sonido en las suites barrocas, pero que ostenta un lenguaje más cercano a la actualidad.
“El otro (Samuel Coleridge-Taylor) es un compositor afroinglés. Él nació en Inglaterra, su papá era un próspero empresario y a él le tocó estudiar y tener asesorías con el propia Elgar. La obra que vamos a tocar es Cuatro noveletas para cuerda”.
Riazanova indica que esta obra de Coleridge-Taylor posee algunos rasgos románticos, incluso en algunos momentos puede recordar a Sueño de una noche de verano, de Felix Mendelssohn. En su línea de percusión emplea sólo triángulo y pandero, dándole un aire de flamenco, entre gitano y español.
“Y como una obra obligatoria para cualquier orquesta de cuerdas, que es Arensky y sus variaciones sobre un tema de Tchaikovsky (escrita un año después de la muerte del compositor del Lago de los cisnes). En los tres conciertos anteriores ya logramos consolidar cierto sonido que ya nos distingue, que la orquesta se define por un sonido propio, no genérico. Y en este programa en particular, vamos a tener que trabajar muchísimo más todos los detalles, porque es música inglesa del Romanticismo y el Romanticismo ruso”.
El fraseo, el estiramiento de la técnica del arco y un sonido capaz de transmitir ciertos sentimientos al público, son los aspectos donde Riazanova dirige esfuerzos. El trabajo es arduo, pero también hay cupo para la diversión, siempre y cuando esta ostente una vocación creativa.