La falta generalizada de alimentos nutritivos, agua potable y servicios médicos, consecuencia directa de los impedimentos de acceso y de los múltiples peligros a los que se enfrentan las operaciones humanitarias de la ONU, está afectando a niños y madres, dificultando su capacidad para amamantar a sus bebés, especialmente en el norte de la Franja de Gaza, asegura el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).
“La gente está hambrienta, agotada y traumatizada. Muchos se aferran a la vida”, añade.
UNICEF recuerda que al menos diez niños han muerto a causa de la deshidratación y la desnutrición en el hospital de Kamal Adwan, en el norte de la Franja de Gaza, en los últimos días.
Según la agencia, es probable que haya más niños luchando por su vida en alguno de los pocos hospitales que quedan en Gaza, y es probable que haya aún más niños en el norte que no pueden recibir ningún tipo de atención.
«Estas muertes trágicas y horribles son provocadas por el hombre, predecibles y totalmente evitables”, añade.
Acceso a las agencias humanitarias
En un comunicado de esta organización, las agencias de ayuda humanitaria deben poder revertir la crisis humanitaria, prevenir la hambruna y salvar la vida de los niños. Para ello necesitamos múltiples puntos de entrada fiables que nos permitan hacer llegar la ayuda desde todos los cruces posibles, incluido el del norte de Gaza; y garantías de seguridad y paso sin obstáculos para distribuir la ayuda, a escala, por toda Gaza, sin denegaciones, retrasos ni impedimentos de acceso.
«La sensación de impotencia y desesperación entre los padres y los médicos al darse cuenta de que la ayuda vital, a tan sólo unos kilómetros de distancia, se mantiene fuera de su alcance, debe ser igual de insoportable, pero peor aún son los gritos de angustia de esos bebés que perecen lentamente ante la mirada del mundo. La vida de miles de bebés y niños más depende de que se tomen medidas urgentes ya», concluye el comunicado.
Israel impuso el sitio de Gaza el 7 de octubre tras los ataques de Hamás en los que murieron 1200 israelíes y 250 fueron secuestrados. Desde entonces, más de 30.000 palestinos han muerto, 70.000 han resultado heridos y dos millones han sido desplazados y están pasando hambre por las operaciones del Ejército de Israel.