Soltó una lágrima al saberlo; un amigo lo vio en las redes y le dio la noticia por la tarde. Minutos después, mientras trabajaba en su casa, recibió la llamada de la Coordinación de Literatura del Instituto Municipal de Cultura y Educación (IMCE) de Torreón. Entonces lo confirmó: Gabriela Cantú Westendarp (Monterrey, 1972) resultó la ganadora del Concurso Nacional de Poesía Enriqueta Ochoa 2024, gracias a su poemario ‘El orden del mundo’, el cual registró con el seudónimo de Marie S.
El jurado de esta edición se integró por Claudia Pozas Mendoza, Silvia Eugenia Castillero Manzano y Omar Alejandro Higashi Díaz. Se evaluaron 132 trabajos provenientes de distintos rincones del país. La obra de Cantú Westendarp fue elegida debido a “su estructura solida y su capacidad para entrelazar disciplinas como la química, la historia y la filosofía”.
El acta agregó algo más: los versos de ‘El orden del mundo’ reflexionan sobre la existencia, la materia y la individualidad humana. Sus páginas muestran referencias respecto a la historia de la química y los elementos científicos que han contribuido a su desarrollo.
El Concurso Nacional de Poesía Enriqueta Ochoa 2024 consiste en la entrega de un estímulo económico de 100 mil pesos, un diploma y la publicación de la obra ganadora a principios de 2025. En esta ocasión, el certamen fue cubierto únicamente por el municipio de Torreón.
LLAMADO A LAS MONTAÑAS
Gabriela Cantú Westendarp responde el teléfono en su domicilio de San Pedro Garza García, en Nuevo León. Habla rodeada por montañas. Hay una notable emoción en su timbre de voz que la hace rememorar; brotan las imágenes, acude a su niñez, a ese momento cuando comenzó a escribir poesía. En ese entonces llegaba de la clase de español y se dedicaba a plasmar versos rimados. Pasaron los años, practicó danza, cursó Estudios Internacionales, hizo una maestría en Literatura, se dedicó al periodismo. Y aproximadamente a los 21 años se reencontró con el acto poético al leer a Jaime Sabines.
¿Qué hacer? Había que responder al llamado, dar el sí a la palabra. Gabriela Cantú Westendarp decidió dedicar su vida a escribir de tiempo completo. Surcó estrofas a prueba y error. Y si bien ha pasado momentos complicados, vasto ha sido el fruto. Entre sus obras se encuentran títulos como Cartas que no llegan a su destinatario (Vaso Roto, 2022), Material peligroso (Hiperión-UANL, 2015), Dangeorus Matter (Literalpublishing-UANL, 2019), Un niño albino cruza la calle (Mantis Editores, 2019), El estado temporal de los cuerpos (Uniediciones-Casa de Poesía Silva, 2019). Además de su traducción de La balada del viejo marinero (An.Alfa.Beta, 2018), de Samuel Taylor.
“Todo va saliendo de manera orgánica, de acuerdo a las necesidades que voy teniendo como artista, porque ahora también me dedico a las artes visuales, tengo unos cuatro dedicándome a eso. Encuentro que todas las artes están vinculadas de una manera indisoluble. No hay forma de separarlas”.
Escribió ‘El orden del mundo’ durante año y medio. En este libro, Gabriela Cantú Westendarp parte de la obsesión del ser humano de controlarlo todo. Por eso se acercó a los elementos químicos, sobre todo a aquellos que son capaces de salvar vidas, pero también de destruirlas. La investigación la llevó por descubrimientos científicos, desde la época antigua hasta la modernidad, apasionada por la temática.
“Es muy triste ver que la mayoría de los descubrimientos despiertan la codicia y despiertan las mejores y peores intenciones. Entonces, hay elementos que se han utilizado para el bienestar de la humanidad, y muchos otros que se han usado en contra de la vida”.
Cantú Westendarp inicia el libro con el epígrafe de un científico: “La ciencia también es una ficción de la realidad”. Habla sobre la perfumera egipcia Tapputi, considerada la primera química de la que se tiene registro. Pasea entre descubrimientos y otros científicos como Demócrito o Tales de Mileto. Toma datos que la conducen a reflexiones más profundas. Luego acude a la alquimia y las reacciones químicas del cuerpo. Presenta la fibromialgia, enfermedad autoinmune que padece, y recita sobre sus huesos y músculos respecto a los distintos elementos. Cita a Aristóteles. Proyecta al alquimista Paracelso y al cuerpo como un laboratorio. Debate la idea del progreso capitalista. Transita por guerras. También le canta a Marie Curie, científica ganadora del Premio Nobel de Física en 1903, quien descubrió el elemento del radio (Ra) en 1898. Revisa la tabla periódica y a su creador Dmtri Mendeléyev, así como el misterio del elemento mendelevio (Md), reflexionando que el ser humano es un iluso.
“El trabajo del poeta es fundamental, porque se está dando cuenta de lo que ocurre en el mundo; está fijando para la posteridad el momento histórico. Creo que la poesía es alimento espiritual, uno maravilloso, un elemento básico para la supervivencia del ser humano”.