Ciudad de México., Hace 40 años, los directivos del recién nacido diario La Jornada conversaban con un fascinado escritor, Gabriel García Márquez, sobre la aventura de darle vida a un nuevo e innovador medio de comunicación.
“¿Y con cuánto capital cuentan?”, indagaba el escritor del realismo mágico, quien en esos tiempos también se había embarcado en la labor de crear un periódico en su natal Colombia.
“¿Nosotros? –respondió Carmen Lira, pieza fundamental del equipo fundador y en aquel momento jefa de información– Pues como para mantenernos a flote unos cinco días. No tenemos mas”. El Premio Nobel de Literatura no daba crédito al tamaño de ese temerario proyecto.
“No podíamos imaginar que llegaríamos al día de hoy, 40 años. Y lo logramos. Y la hemos pasado muy bien haciendo nuestro periódico”, expresó la directora general, la misma Carmen Lira que sorprendía en esa lejana fecha al Gabo, en un breve y emocionado discurso durante el festejo por el aniversario que reunió en un hermoso jardín de Coyoacán a cientos de directivos, reporteros y fotógrafos, articulistas, administradores, editores, correctores y trabajadores de todas las áreas e invitados para celebrar estas cuatro décadas.
En recuerdo de aquellos primeros días jornaleros, primero en un edificio con una amplia escalinata sobre Balderas, después por los rumbos de Polanco hasta la actual sede en la colonia Santa Cruz Atoyac, la directora Lira recordó y agradeció a los más insignes pintores de esa época que donaron valiosa obra para sostener las primeras publicaciones. Entre otros, mencionó a Francisco Toledo, que elaboró una serie de mil litografías para hacer posible la publicación. Otros artistas que contribuyeron fueron Rufino Tamayo y Vicente Rojo, autor del logo que todavía detenta esta casa editorial.
“No ha sido fácil…hemos tenido que salvar muchos obstáculos y las vicisitudes por las que ha pasado el país y el mundo”, señaló también. Pero La Jornada, con sus suplementos y sus publicaciones, ha logrado salir a la calle todos los días “gracias a que siempre nos guiamos por tres principios: resistencia, independencia absoluta y preservar la confianza de los lectores”.
Reconoció que después de todo este tiempo transcurrido, con su historia cambiante y a veces convulsa, “la relación de los medios con el poder no acaba de resolverse y sigue siendo complicada. Pero cuando hubo problemas con algún gobierno, también hicimos valer la posibilidad de una negociación”.
Acto seguido se entregaron 44 placas conmemorativas a los fundadores del diario, iniciando con quienes Luis Hernández Navarro, coordinador editorial, reconoció como “los tres pilares de este sueño hecho realidad” y que ya no están en este plano terrenal: Emilio Payán recogió la presea de su padre, el director fundador Carlos Payán Velver, a Pablo González Casanova, figura fundamental de la intelectualidad mexicana y al responsable de la edición durante muchos años, Josetxo Zaldua. Su placa fue entregada a su compañera Sandra García y a su hija Amaia Zaldúa.
La placa conmemorativa expresa: “Honor a quien hace 40 años se atrevió a soñar”. Entre los articulistas fueron reconocidos Elena Poniatowska, Julio Hernández López, Rolando Cordera, Pedro Miguel, Iván Restrepo y Carlos Ortiz Tejeda. Entre los fotógrafos que dotaron al diario de una forma única de mirar, Pedro Valtierra, Rogelio Cuéllar y Fabrizio León Díaz. Entre los moneros que abrieron brecha con una narrativa irreverente y “criticona”, Magú, El Fisgón y Rochita. Y así, reporteros (Andrea Becerril, Hermann Bellinghausen, Víctor Ballinas, Pedro Aldana, Carlos Fernández Vega, Miguel Ángel Velázquez, quien esto escribe), editores (Guillermina Álvarez, Pablo Espinosa, Marcela Aldama, Clara Huacuja), correctores y la larga lista de especialidades que concurren cada día, cada noche, desde hace 40 años, para darle forma al diario que de madrugada empieza a circular con la información diaria.