Unos 2 mil 158 objetos culturales de valor arqueológico, histórico, artístico y documental han regresado a México desde el exterior en el primer año completo de presidencia de Claudia Sheinbaum, según un comunicado de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE).
La SRE dijo la recuperación se logró gracias a un fuerte esfuerzo de colaboración. La mayoría de los artefactos fueron entregados voluntariamente por particulares a autoridades diplomáticas y consulares en Canadá, Dinamarca, Estados Unidos, Francia, Italia y Países Bajos.

Por ejemplo, a principios de diciembre, la SRE informó que recientemente se recuperaron 52 piezas de residentes estadounidenses en Sacramento, San Francisco y Nueva York que se comunicaron con las embajadas de México por iniciativa propia para entregar los artefactos.
En lo que va del año, la Asesoría Jurídica de la SRE ha entregado formalmente 1,843 objetos al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y al Archivo General de la Nación (AGN), quienes son responsables de su protección y custodia.
Este esfuerzo de recuperación forma parte de la política actual de México contra el tráfico ilícito de bienes culturales y hacia la protección del patrimonio nacional, una estrategia que cobró impulso durante la administración del expresidente Andrés Manuel López Obrador.
Entre 2018 y 2024, el gobierno de López Obrador repatrió un total de 14.048 artefactos arqueológicos considerados parte del patrimonio nacional del país. Muchas de estas piezas habían sido retiradas del país décadas antes y luego aparecieron en colecciones privadas o en el mercado internacional del arte.
La presidenta Sheinbaum ha aprovechado estos esfuerzos. La SRE dijo que su gobierno “reitera su compromiso de preservar la identidad cultural de los mexicanos, y continuar con el trabajo interinstitucional y la cooperación internacional para combatir el tráfico ilícito de bienes patrimoniales y devolverlos a sus lugares de origen”.
Las autoridades mexicanas han dicho que la repatriación de objetos culturales no sólo restaura piezas físicas de la historia, sino que también refuerza el reconocimiento de las raíces culturales de México, su identidad cultural y su compromiso de preservar la memoria colectiva para las generaciones futuras.
