Jorge Luis Borges solía decir que la historia también está hecha de sueños; la lagunera Karla Aguilera lo entendió bien. Su libreto de vida está escrito con acento onírico. Fundar un centro cultural independiente en Torreón parece en ocasiones una utopía; mantenerlo requiere tiempo e inversión, mucho sudor, mucho esfuerzo.
Será el próximo 30 de noviembre cuando el pulmón cultural de la Fábrica de Arte cumpla su primer aniversario. El espacio —ubicado sobre la avenida Morelos, a un costado del Hotel Río Nazas— se ha consolidado como un nuevo foro cultural donde se montan obras teatrales, se realizan conciertos, exposiciones e incluso conferencias. Karla Aguilera, su fundadora, abre las puertas de esta fábrica donde en lugar de maquinaria industrial hay luces, un escenario y una gradería hecha con madera, además de una visión cultural forjada con muchos bloques de sueños.
UNA HISTORIA ESCÉNICA
El teatro la atrapó desde muy chica. Karla recuerda que formó parte del staff de una obra montada cuando estudiaba la preparatoria en el Tec de Monterrey, un musical sobre Michael Jackson que Gabriel Mata dirigía. Hubo una presentación en Durango y ella viajó. Se encargó de cuestiones técnicas, de colocar cinta gaffer en el escenario para que los actores pudieran ubicarse.
Pero el teatro no fue su primera opción profesional; primero eligió la carrera de Finanzas Internacionales en el Tec de Monterrey, luego se trasladó a Ciudad de México y entró a la Facultad de Economía de la UNAM. No obstante, el cambio de ciudad le pareció abrupto, estaba algo confundida no entendía el ritmo de la gran urbe. A la par, comenzó a grabar comerciales actuando como extra. Allí se percató de que su principal pasión ya había despertado.
“Recuerdo que estábamos en la terraza del Foro Buenavista y me encantó la producción. Veía los micrófonos, la gente con chícharo… decir: ¿quiénes son ellos?, ¿qué es esto? Era un mundo que no entendía todavía, porque en Torreón no existía y tampoco estaba dentro del radar. Y en México era tan normal”.
Estimulada por la inquietud, Karla se desbordó en preguntas con sus compañeros: desconectó y enrrolló cables, apagó luces, las ayudó como pudo. Más adelante vio un anuncio en la Universidad del Claustro Sor Juana sobre la carrera de Producción de Espectáculos. La lagunera no titubeó, sabía que aquello era su destino, bajó la mirada y entró a pedir informes.
Así fue como Karla Aguilera se formó para trabajar en espectáculos como obras de teatro y óperas, funciones de danza. Tomó clases con maestros como Lydia Margules (hija de Ludwik Margules), quien le daba clases de iluminación y la aconsejaba sobre la carrera. Desde ese entonces, ya han pasado 13 años.
“Siempre vemos los éxitos, pero por cada éxito hay 10 mil fracasos, veces que pensé que me había equivocado de carrera, 10 mil veces que pensé que tal vez en economía me habría ido mejor, que tal vez ya esté en la bolsa, fue perseverar y que tenía muy claro lo que tenía. Así es esta carrera que nos encanta. A veces estás arriba, a veces estás abajo”.
Poco a poco, Karla se fue haciendo de un nombre en el mundo de la producción. Recibía llamados y ofertas de trabajo con más frecuencia. Trabajó en Bellas Artes con la Compañía Nacional de Danza Folclórica Nueves Paniagua, con TV UNAM y Televisión Española laboró en ‘Malintzín, la historia de un enigma’, entre otros proyectos. Pero entonces la pandemia por Covid-19 llegó a cambiarlo todo: su padre falleció por el virus, la industria del espectáculo tuvo que frenar y ella regresó a La Laguna.
“Yo no tenía pensado regresar a Torreón, en ningún momento estaba en mis planes. Pero cuando pasa lo de mi papá, regreso para estar con mi familia. Fue un año muy difícil, muy complicado. En mi mente no tenía ganas de crear”.
NACE LA FÁBRICA DE ARTE
Su retorno a Torreón fue una reconciliación. La pérdida de un ser tan querido la llenó de lecciones. Pasó de banalidades y se enfocó sólo en cruciales aspectos; tenía que salir del dolor. Buscó una oportunidad, organizó un taller de actuación con Ana Paola Loaiza, pero buscó espacios en la ciudad y recibió poco apoyo. Y de esa dificultad le surgió una idea: fundar su propio foro.
“En mi mente siempre ha estado. Como productora de artes escénicas siempre vas a querer tener un teatro o algo similar. Pero en el 2022, pasando el taller de actuación, empieza y fuero tres años de planeación de la Fábrica de Arte, de planearlo, de gestarlo, de pensarlo, repensarlo, analizarlo”.
En su búsqueda, Karla Aguilera encontró una bodega sobre la avenida Morelos, en el complejo del Hotel Río Nazas. Decidió no modificar nada de la arquitectura y adaptarse a ella. Consiguió los materiales, instaló un escenario, construyó un gradería, acondicionó un pequeño cuarto como el camerino y cubrió todo como una cámara negra. El sueño se materializaba y entonces llegó el momento de inaugurar. La fecha: 30 de noviembre de 2024. El proyecto: la obra teatral Almacenados, de los actores Fernando y Sergio Bonilla.
“Me gusta mucho Pedro Almodóvar, por eso el café de la entrada se llama Café Almodóvar. También quería respetar muchísimo que estamos al lado de uno de los primeros hoteles de Torreón en los años cincuenta. Toda la estética visual de Almodóvar en sus películas está inspirada en los años cincuenta”.
El nombre de Fábrica de Arte lo adoptó del foro cultural que existe en La Habana, Cuba. Conoció el espacio en 2015. Le fascinó y se dijo a sí misma que algún día tendría su fábrica de arte en México, buscaba un espacio donde todas las artes fueran capaces de convivir en un estética definida.
“Quería un espacio donde se pudiera presentar danza, música, que todas las artes pudieran convivir en el espacio […] aquí puedes hacer teatro, galería, danza; la Fábrica es multifacética”.
Para Karla Aguilera, los retos de tener un foro cultural independiente en La Laguna son incontables, desde lo económico y la generación de públicos, hasta la búsqueda de colectividades y compañerismo entre creadores y artistas. Además, Karla ha decidido que la Fábrica sea un espacio libre de alcohol, pues lo que le interesa es que el público asista por los espectáculos, no por las bebidas que pueda consumir.
“La cultura no es negocio, pero vamos a apostarle. No me veo haciendo otra cosa que no sea arte, no hay otro camino para mí. No hay otra forma en la que yo quisiera vivir”.

