Hablar sobre la paternidad no es algo nuevo. Si bien, en 2023 se ha publicado un considerable número de obras que abordan la figura del padre, esta imagen es un leitmotiv presente en toda la historia de la literatura. Desde el héroe Eneas cargando a su padre en La Eneida de Virgilio, hasta el padre cargando al hijo en la obra de Juan Rulfo, el tema tiene singular vigencia y permite abordarse desde distintas perspectivas.
“Todos venimos de algún lugar y el origen ha sido un tema muy recurrente en la literatura”.
La escritora y periodista Didí Gutiérrez (Ciudad de México, 1983) ha redactado una novela que, aunque nació a partir de la posible pérdida de su padre, no se trata de un texto autoficcional. En La alegría del padre (Alfaguara, 2023), escribe la historia de Abigaíl, una adolescente “furiosa, desenfadada y vivaz” que ha cumplido 18 años y se ha enterado que puede perder a su progenitor.
“En mi caso, la paternidad no fue un tema que elegí a propósito. No fue que me propusiera escribir sobre el padre. Las condiciones o mi historia personal me llevaron a explorar el tema del amor, que también es otro tema universal y socorrido en la literatura […] La posibilidad de perder a mi padre me hizo revisar nuestras vidas”.
Para la autora, la paternidad que busca mostrar en el libro es aquella relacionada con el compromiso y el amor. Así entiende el concepto, igual que la maternidad. Sin embargo, no deja de lado sus complejidades y distintas formas de manifestarse: ser padre implica cuidado, compromiso y responsabilidad para criar hijos y ejercer ciertas funciones vitales para su desarrollo.
“Ser padres o madres lleva a un acto de absoluto desapego de uno mismo, de nuestro individualismo, para voltear a ver al de al lado en un ejercicio de empatía […] En esta ocasión, sí quise retratar a un padre que si bien, a lo mejor por su tiempo convertirse en padre no fue una decisión muy razonada, en el camino aprendió y por las circunstancias se dio cuenta de que estaba a cargo de una vida más, de un ser humano más”.
Indicó que tanto en la tradición literaria como en la vida mexicana, el padre ha sido una figura polémica, enfocada desde su egoísmo y autoritarismo, desde su ausencia absoluta. Así se percató de que “un padre bueno” es una ficción en estos tiempos.
La obra
Si bien comenzó a escribir la novela hace tiempo, cuando le indicaron a su padre que debería someterse de nuevo a las radioterapias debido al regreso de un cáncer, y la escritura original se ha transformado, la autora asegura que las emociones iniciales permanecen: la ansiedad, la angustia, la incertidumbre, el amor, la ternura, la tristeza, el enojo. “Mientras iba a acompañar a mi padre a sus terapias, salió esta especie de diario de dolor”.
Didí Gutiérrez quiso hacer un libro de emociones, no a base de una lluvia de ideas. Sumergida en la profundidad emocional, Abigail, la protagonista, se aparta de la escritora para vivir su propia trama. Se trata de un trabajo de reconstrucción literaria, de imaginación, de alejamiento.
“Tuve que partir de una vida común y corriente para hacerla literatura y, después, volver esa literatura algo común y corriente. Eso sí lo tuve muy claro, que pareciera la vida. Pero no es la vida, es una construcción absolutamente literaria”.
La narrativa no está enfocada en la enfermedad ni la degradación del cuerpo, sino en ese lugar que surge al momento de recibir una noticia de tal calibre: “De decir esto es la vida y hay que continuar hasta que nos dure, porque no sabemos en qué momento se va a terminar a pesar de que sigas un tratamiento”.
Gutiérrez inaugura la novela con una singular imagen: el padre fungiendo de puente entre su hija y la literatura. Cuando niña, Abigaíl escucha los cuentos narrados por su padre antes de dormir. Tener contacto con el mundo de las letras le forja un carácter y sentido crítico, mismo que emplea en su día a día, ante la ausencia de su madre.
“Abigaíl es un personaje que se me apareció, que se me manifestó cuando lo estaba construyendo, como una chica que, dada su propia historia y antecedentes, tenía cierta especie de madurez pero desde muy niña. Al tener que separarse de una madre, tan pequeña”.
En su andar, los personajes invitan a preservar la fuerza, el aura que se hace pedazos. En Abigaíl habita el registro de una niña que creció antes de tiempo. Si a temprana edad afrontó un cambio en su vida de considerables dimensiones, ahora, en la antesala de la adultez, experimentará otro de mayor magnitud.
“Es una historia de todas esas muertes y renacimientos que todos vivimos a lo largo de nuestras vidas”.
Didí Gutiérrez quiso escribir una historia sobre el amor sin caer en las trampas de la cursilería, de abordar la manera existencial en que una enfermedad puede afectar.
“El amor y el desamor son detonantes esenciales de todo, de lo que nos está pasando, de nuestra existencia. La falta de amor nos conduce a guerras y el amor nos conduce a experiencias bellísimas con otros seres humanos” .